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....Y vió que el hombre de la llanura era, ante la vida, indómito y sufridor, indolente e infatigable; en la lucha, impulsivo y astuto; ante el superior, indisciplinado y leal; con el amigo, receloso y abnegado; con la mujer voluptuoso y áspero; consigo mismo, sensual y sobrio. en sus conversaciones, malicioso e ingenuo, incrédulo y supersticioso; en todo caso alegre y melancólico, positivista y fantaseador. Humilde a pié y soberbio a caballo. Todo a la vez y sin estorbarse, como están los defectos y virtudes en las almas nuevas" Don Rómulo Gallegos

30 de julio de 2011

Llueve, llueve, llueve

¡Llueve, llueve, llueve! Hace días que no sucede otra cosa. Ya los llaneros que estaban fuera de sus casas han regresado a ellas, porque los caños y los ríos se desbordaron por las sabanas y pronto no habrá caminos transitables. ¡Ni necesidad de recorrerlos! Ya es tiempo de tapara, mascada y chinchorro, y con estas tres cosas bajo el techo de palma, el llanero se siente feliz, mientras afuera se van desgajando las nubes en un llover obstinado y copioso. Doña Bárbara- Rómulo Gallegos

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